Fundamentos de la riqueza II

Comparación de la riqueza. Riqueza y valor

Si contemplásemos desde un plano superior, como una especie de deus ex machina, seguramente tendríamos la tentación de establecer una comparación de riqueza, de preguntarnos si el individuo A tiene más o menos riqueza que el individuo B. E inmediatamente veríamos que dicha comparación es imposible, puesto que para poder comparar la riqueza de unos y otros deberíamos poder asignarle un valor. Sin embargo, esta asignación es imposible porque, en un escenario como el que tenemos, es imposible asignar un valor determinado a la riqueza.

¿Por qué es así? Porque las cosas solo adquieren valor cuando alguien lo intercambia por otra cosa y ese, el valor de intercambio, es exactamente su valor. Pero puesto que estamos en un escenario en el que los individuos no interactúan entre sí, al no existir intercambio, las cosas no adquieren valor. Por lo tanto, podemos afirmar que:

-          La riqueza no tiene un valor intrínseco. Solo adquiere un valor en el acto de la transacción.

-          Ese valor no es permanente, no es un atributo del objeto. Un objeto puede tener un valor X en una transacción y otro valor distinto en la siguiente transacción que puede ser mayor o menor que el anterior e incluso cero o negativo.

-          Incluso dos objetos en el mismo lugar, el mismo tiempo y el mismo propietario, no tienen por qué tener el mismo valor. Por ejemplo, supongamos que un individuo tiene un abrigo. Este, sin duda, supone para él una riqueza importante, especialmente con la llegada del invierno. Ahora supongamos que, por cualquier razón, se adueña de un segundo abrigo igual. Evidentemente, este segundo abrigo no tiene el mismo valor que el primero. Tener un abrigo en invierno es vital. Tener un segundo, un tercero, etc. supone a cada vez un valor decreciente para cada objeto idéntico.

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